El paraíso es una isla”: Carme Riera citó la frase –famosa, aunque no sé de quién es –hace dos semanas, en su discurso de ingreso en la Real Academia, que versó sobre Mallorca; y justamente se acaba de publicar un curioso libro titulado Atlas de islas remotas, de Judith Schalansky. Las islas, está visto, atraen. Nos las imaginamos como lugares vírgenes, intactos, alejados del mundo: en la identificación entre isla y paraíso subyace la frase de Sartre “el infierno son los otros”. Y esa es una de las ideas que me parece ver en el sueño independentista. Nos dicen que llevamos treinta años, o trescientos, intentando encajar en España, sin conseguirlo. Pero creer que existe una fórmula mágica que resolvería el problema de raíz es olvidar que España –sea cual sea su nombre, fronteras, identidad política– siempre existirá y siempre tendremos que relacionarnos con ella.
La idea de resolver los conflictos colectivos separando de una vez por todas a los contendientes estuvo de moda a mediados del siglo XX: dio origen a la partición entre India, para los hindúes, y Pakistán, para los musulmanes; suscitó también, entre los afroamericanos, el proyecto de crear una “Republic of New Afrika” en el sur de Estados Unidos, que se financiaría con las compensaciones que según ellos les debía, moralmente, el Gobierno federal; y dio lugar, claro, al Estado de Israel. Este nació como imprevista consecuencia del fracaso de una idea anterior, que aunque mucho más radical, respondía en el fondo a la misma lógica, la de solucionar por las malas –en vez de mediante el pacto y el diálogo– los conflictos identitarios: me refiero a la siniestra “solución final”. Yo no sé si los demás son el infierno, pero sí sé que por más fronteras que pongamos, tendremos que seguir conviviendo con ellos. Y si la convivencia es difícil, la separación puede ser mucho peor. El precio de la creación de Pakistán –en urdu ‘la tierra de lo puro’– fueron miles de muertos y millones de personas desplazadas; Israel no se libra de la violencia. ¿Paraísos…? El Atlas de islas remotas describe una habitada por 120 millones de cangrejos, otra en la que la temperatura media anual es de 16 grados bajo cero, una tercera en la que Francia ensayó la bomba nuclear… Schalansky subtitula su libro: 50 lugares en los que nunca estuve y a los que nunca iré. Qué bien la entiendo.
“La Vanguardia”, 21 de novembre.