El pasado 27 de abril el historiador y decano de la facultad de economía y comunicación de la universidad de Vic, dr. Josep Burgaya, impartió la conferencia “Ucrania tierra de frontera”, en Can Jonc, dentro del ciclo “la Europa que queremos” que organiza Federalistes d’Esqurres durante los meses de abril y mayo de este año.
El ponente inició su charla diciendo que todo lo que puede decirse sobre Ucrania es provisional.
Aunque se ha dicho que Rusia tenía un plan, Burgaya cree que no, que Putin va actuando sobre la marcha. Que al inicio quería repetir las invasiones con tanques del año 68, pero la realidad le ha demostrado que no era posible: no se esperaba la ineficacia de sus ejercidos ni la cohesión occidental. Aunque esta cohesión puede tener fecha de caducidad. La invasión de Rusia ha sido un golpe en el tablero del juego de la política mundial que ha cogido a todo el mundo en falso. Ucrania en realidad es un símbolo de la hegemonía mundial que tendrá efectos a largo plazo y son imprevisibles.
Burgaya dijo que aunque la guerra la ha empezado Putin por cohesionar su país y como reacción a la humillación que ha supuesto pasar de ser la segunda gran potencia mundial a un país en absoluta declinación (su PIB es menor que el de Ucrania), Europa también ha tenido su papel al afianzar el sentimiento ruso de orgullo herido.
En los años 90 se planteó la posibilidad de que Rusia pudiera entrar en la UE pero fue rechazada por parte de la UEría y alargar el conflicto significa alargar el sufrimiento de la población ucraniana que no puede ganar dada la amenaza nuclear. Pero Rusia también ha perdido, ha perdido credibilidad, en el relato de esta guerra quedará la brutalidad rusa, por tanto su coste reputacional es muy grande y le costará rehacer. Europa es también perdedora: el conflicto generará división, ha puesto en evidencia su poco peso político y su dependencia energética. Sufre la situación, pero la solución pasará por un pacto entre EEUU, Rusia y China (Rusia no hace nada sin el interés de China, por lo que China estará presente en la salida del conflicto).
El decano de Vic cree que más que condenas se necesitan políticas a largo plazo, no actitudes coyunturales, ni reducciones a buenos y malos y que la solución no será una iniciativa de Rusia.
Rusia, dejando de lado a Putin, necesita una salida que no contamine a otros países con su modelo de democracia autoritaria. Por tanto es Europa quien debería hacer esfuerzos para reinsertar a Rusia, porque Rusia, como Ucrania, es parte de Europa; la cultura europea no puede entenderse sin las aportaciones de estos países.
El ponente no acabó con mucho optimismo, para él focalizarlo todo en la derrota de Putin es obligarle a morir matando, por eso, desgraciadamente, se le tendrá que permitir la victoria de los territorios ocupados.