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«Mientras debatimos si nos convertirnos en un continente de fortalezas identitarias, desaparece cualquier atisbo de conversación sensata sobre nuestro futuro. El predominio de la cuestión migratoria nos conduce a la sobreevaluación del fenómeno, que a su vez tiene fuerza suficiente para devolvernos dilemas que creíamos superados: ¿queremos transformar el mundo o protegernos? ¿Cuánta democracia sacrificaremos a cambio de seguridad? ¿Preferimos relacionarnos con otras potencias con reglas, compromisos y reciprocidad, o el miedo nos plegará dócilmente al lenguaje de la fuerza? Estas preguntas están cambiando nuestro statu quo y gravitarán durante años sobre muchos desafíos a los que llegamos tarde y mal.»

Falsas prioridades (El País, 26 de mayo de 2019)

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