«Repito la idea inicial: el resultado del 28-A obliga a todos los actores políticos a aprender a administrar la complejidad, una tarea que compartimos con las principales democracias de nuestro entorno. El marco constitucional y el espacio común europeo, en el que España ha delegado soberanía, son el terreno de juego en el que pueden y deben encauzarse las demandas catalanas.
Entre tanto, la renuncia al unilateralismo es una exigencia para todos. Lo aprendió el independentismo en otoño del 2017 y lo han aprendido ahora las tres derechas (no se combate el guion original de Vox con sucedáneos, dicho sea entre paréntesis). No se podía gobernar Catalunya contra España y sin Europa. Y tampoco se puede gobernar España contra Catalunya y con fuerzas que, como Vox, encienden las alarmas en la Unión Europea.»
El triunfo de la complejidad (El Periódico, 29 de abril de 2019)