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Francesc Trillas y Carme Valls participan en una charla en Vilafranca sobre el proyecto federal

REDACCIÓN, Vilafranca

Francesc Trillas y Carme Valls tienen en común el proyecto federal que les ha llevado a ocupar sendas vicepresidencias en Federalistes d’Esquerres y que los dos ven el federalismo como la solución frente al declive que sufre hoy un estado nación que se resiste a ceder sus poderes. Pero el primero es economista y la segunda médico. El resultado es que, cuando explican lo que entienden por federalismo, las imágenes y metáforas que utilizan son muy diferentes. Trillas enfatiza los aspectos de cooperación social y, también, los mecanismo que llevan a la superación de conflictos (incluyendo el origen de todos: la escasez de bienes a distribuir). Valls, en cambio, recurre a esquemas inspirados en lo orgánico. Quizás por eso Trillas recurrió a hablar de problemas que superan ampliamente el ámbito de las fronteras, como el cambio climático, mientras que Trillas optó por insistir en los aspectos de colaboración que se dan ya sea en las abejas o las bacterias. Y también en el conjunto social. El acto fue presentado por Carles García, piscólogo de profesión y miembro también de Federalistes.

El federalismo, explicó Trillas, no es una religión y, por lo tanto, carece de dogmas. Es una práctica de colaboración entre entes libres e iguales que respetan lo que pueda haber de diferencia entre unos y otros, individual y colectivamente. De ahí la conveniencia y oportunidad de profundizar en el federalismo que supere los problemas. Eso no implica que un gobierno europeo deba asumir la resolución de todos los conflictos porque no todos tienen la misma dimensión. El principio de subsidiariedad que debiera regir una Europa federal aconseja reconocer que unos se dan en el ámbito de los municipios y otros son regionales, nacionales o supranacionales. Hay otros asuntos que deberían tener un tratamiento común en el conjunto de países europeos. Entre ellos Trillas citó la fiscalidad, que aún discrimina territorios, pero también la defensa, de forma que un posible ejército europeo potencie las misiones de paz frente a las de guerra.

Uno de los claramente supranacionales es el cambio climático. Por más que algunos políticos (Mariano Rajoy hace cuatro días o Donald Trump hoy mismo) insistan en negarlo, lo cierto es que resulta claramente perceptible y que exige ser abordado desde una perspectiva transfronteriza.

Los estados naciones ya no tienen razón de ser en Europa, aunque algunos poderes locales pretendan perpetuarse parapetados en ellos. De ahí que deba promoverse que los parlamentos europeos rindan cuentas ante los ciudadanos que los eligen y no ante los diferentes gobiernos.

La diversidad europea no debería llevarnos a ignorar que el territorio forma un continuo que es la base del proyecto político común. España forma parte de Europa y quiere seguir formando parte de Europa, al margen de la diversidad de banderas y de idiomas. Y los europeos han sido capaces de superar, asumiéndolas, esas diferencias. Trillas no lo citó, pero en su discursos se percibía la afirmación de Umberto Eco según a cual Europa tiene un idioma común: la traducción que permite una cultura compartida por encima de la diversidad idiomática. Y eso es así porque el federalismo es una democracia “multinivel”, expresión que fue luego recogida también por Carme Valls. En cualquier caso, el reconocimiento del principio de subsidiariedad permite y debe seguir permitiendo que los gobiernos locales (dentro del ámbito general) apoyen la existencia de las culturas autóctonas como la catalana.

Ahora bien, Trillas quiso ser realista y señaló que el federalismo, que no es exclusivamente catalán, avanza aunque no con la fuerza que podría y debería y, sobre todo, que no es una solución milagrosa para todos los males del mundo, aunque sí para algunos que provocan los nacionalismos emergentes.

Carme Valls insistió en la idea de colaboración propia del federalismo que apunta al compartir y no a competir. Al respecto, puso de relieve que las leyes aprobadas por el Parlamento catalán los pasados 6 y 7 de septiembre dejaban totalmente de lado la idea de compartir gobierno alguno, ironizando frente a la paradoja de que Oriol Junqueras, líder de ERC, se declare federal cuando mira hacia El conjunto de Europa pero no quiera saber nada de federalismo al hablar de España.

En estos momentos, apuntó, la falta de cooperación en la propia España produce absurdos como que una persona deba ser atendida en un hospital de su comunidad cuando hay otro más cercano de la comunidad vecina, lo que ocurre también en el propio ámbito provincial. En el mismo sentido, criticó la ausencia deliberada de los representantes del cesado gobierno catalán en las conferencias en las que se debían abordar los aspectos fiscales y de financiación. Y quien habla de sanidad o fiscalidad, puede hacerlo también de aspectos concretos como el diferente tratamiento dado en diversas comunidades a la ley del tabaco.

Estas colaboraciones se dan mejor en un marco federal que propicia la colaboración que en un marco nacionalista que prefiere esforzarse en encontrar enemigos y, cuando no, fabricarlos. Los animales han aprendido a cooperar lo que les facilita la vida, del mismo podo que colaboran entre sí las células del cuerpo humano. Y esa colaboración o supone la uniformización sino el reconocimiento de la pluralidad que s una gran riqueza. Una pluralidad, una diversidad que forman parte esencial del federalismo frente a la tendencia uniformizadora de los nacionalismo, lo que encubre en realidad un proyecto totalitario. Y añadió: “No es necesario que todos llevemos la misma camiseta porque hasta los bosques diversos sobreviven mejor”.