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Intervención de Carlos Jiménez Villarejo ante la tumba de Antonio Machado en Colliure con motivo de la visita de un grupo de Federalistes d’Esquerres el 2 de abril de 2017

Atravesada la frontera, con su madre, su hermano José y su esposa Matea, por Port- Bou, finalmente exhaustos, llegan a Colliure donde encuentran alojamiento en el Hotel Bougnol-Quintana, que dirigía Pauline Quintana.

Su hermano, ante el estado ánimo del poeta dice: ”No podía sobrevivir a la pérdida de España. Tampoco sobreponerse a la angustia del destierro”.

Una tarde, Machado baja al Salón con una pequeña caja de madera, un joyero. Se lo entrega a Pauline y le dice:·” Es tierra de España. Si muero en este pueblo, quiero que me entierren con ella”.

Cuando Pauline trata de hacerle desistir, el poeta dice: “Mis días, Señora, están contados”

Machado muere el dia 22 de febrero a las tres y media de la tarde.

Ian Gibson, después de narrar la muerte del poeta, reproduce estos versos:

“Ciego, pidió la luz que no veía.

Luego, llevó, sereno

El limpio vaso, hasta su boca fría,

De pura sombra- oh, pura sombra- lleno.

El entierro fue estrictamente civil y de una sobriedad acorde con el pensamiento y la manera de ser del poeta.

Antes de su inhumación, Julián Zugazagoitia – un año después, fusilado por Franco- pronuncia un discurso fúnebre en medio de un dolorido silencio. Tras una emocionada semblanza de la vid y obra del poeta, concluye con una copla del poeta:

“Corazón, ayer sonoro,

¿ta no suena

tu monedilla de oro?

Desde nuestro infinito agradecimiento a la vida y obra del poeta, podemos concluir con estos dos grandes versos:

Vive, esperanza, ¿quién sabe

lo que se traga la tierra? y

Late, corazón, no todo

se lo ha tragado la tierra.

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