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La prueba de que el Procés –esa cosa que se presenta a sí misma como un proceso de autodeterminación, sin utilizar en ningún momento ese palabro, pero que, en la praxis, parece comportarse como un proceso electoral– está seriamente tocado es que la Hoja de Ruta de la ANC, con la que se presentaron a las elecciones Junts pel Sí y CUP, no sólo no se ha aplicado, sino que se ha cambiado, incorporando de nuevo la pantalla referéndum. Desde que Junts pel Sí tocó cacho, la sensación es que el Procés busca una pista de aterrizaje digna, en la que olvidarse de todo y encontrar un culpable para todo este previsible fracaso. Un culpable que no sea, se supone, el Processisme. «Cumbre soberanista. ¿Qué hay detrás del spot de Campofrío del Procés?» (CTXT, 28 de diciembre de 2016)