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Para la izquierda, la desigualdad es el principal caballo de batalla. La aspiración es construir una sociedad en la que los individuos no pierdan la dignidad cuando caen en la pobreza, donde los más ricos no tengan tanta ventaja sobre los más pobres como para abusar de su posición privilegiada y donde cada persona pueda desarrollar el proyecto de vida que desea. El combate de la exclusión social pasa por fortalecer los programas de rentas mínimas. Éstas llegan a un tercio de los hogares sin ingresos y varían entre los 662 euros del País Vasco y los 300 euros de Murcia y Ceuta. Necesitamos un programa federal que coordine estas rentas mínimas para que desaparezcan unas diferencias tan abismales entre territorios. “Una sociedad sin desigualdades” (El País, 13 de julio de 2015)