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Como la UE ha ido mucho más allá de la antigua CEE, la solución exige reformas estructurales profundas y radicales que impliquen regulaciones fiscales, redistribución social, ampliación de derechos políticos y mucha más transparencia. Puesto que ni el neoliberalismo, ni los populismos, ni la vuelta a la mítica (e irreal) soberanía nacional pueden ser la respuesta, hay que atreverse a hacer propuestas más audaces, por utópicas que puedan parecer, al menos para intentar suscitar un debate público pluralista lo más participativo posible. “¿Son (im)posibles los Estados Unidos de Europa?” (Agenda Pública, 8 de mayo de 2017)