He visto algunos artículos en los que se insinúa que en Cataluña hay dos fanatismos enfrentados. No estoy de acuerdo y querría argumentarlo.
Supongamos un ciudadano francés, alemán o de los USA a quien un grupo de conciudadanos quisieran echar de su estado. ¿Le calificaríamos de fanático si defendiera sus derechos constitucionales? Soy hijo, nieto y bisnieto (al menos) de ciudadanos que han nacido y vivido en diferentes partes de nuestro estado. De un estado Español mediocre en el cual yo también viví de joven. Pero hoy por suerte es diferente, disfrutamos de un estado reconocido internacionalmente, envidiado por muchos que querrían vivir aquí, algunos incluso lo intentan: unos arriesgando la vida y otros con dinero.
Mi generación fue clave en esta transformación que nos ha dado prestigio y bienestar. Y ahora nos encontramos con que una parte de los conciudadanos quieren romper el estado, empobreciéndonos a todos. No hay duda que el actual estado español tiene todavía mucho que mejorar. Por eso me duele que se ponga tanta energía en malograr el progreso conseguido, en vez de mantener aquello que va bien y mejorar las deficiencias.
Según nuestros diccionarios, el fanatismo alude a creencias y opiniones. Defender el bienestar colectivo y las leyes es defender realidades objetivas frente a la creencia en una república imaginaria, que ni sus defensores saben muy bien qué es.