La parafernalia mediática sobre el exceso de pantallas, redes los usos del móvil para todo, menos para llamar, los cientos de amigos de Facebook, Linkedin, o Twiter que aceptamos o seguimos y ni siquiera conocemos, nuestro afán por ver y ser vistos en instagram, proclives a unas relaciones líquidas en las no nos comprometemos, excepto para pagar a escote con bizum, siguiendo a tuiteros o influencers ultra famosos, sin saber bien, bien, por qué. Igualmente en nuestro móvil hay cantidad de app que sirven para todo pero no usamos. Toda esta inmersión digital, en la que hay que estar para existir (likes y followers) nos había hecho olvidar – hasta el día que el mundo cerró-, que la relación humana presencial seguía estando absolutamente al alza, así que desde que las personas desaparecieron en sus casas, me vienen a la memoria no solamente los malls repletos de peña de jueves a domingo, sino también los overbookings de casi todos los restaurantes de la ciudad, con gimnasios con numerosos deportistas que van a sudar la camiseta, y no digamos las masas humanas que llenan los estadios, o la presencia en los paseos con corredores o ciclistas, las carreteras atiborradas de coches con gente yendo y viniendo, las discotecas de todo el orbe repletas…cines teatros, avenidas comerciales, plazas, ferias, cafeterías, parques temáticos, museos, exposiciones, aeropuertos, por no mencionar las constantes manifestaciones, por unas u otras reivindicaciones. La gente a pesar de la sobre exposición digital seguía estando rabiosamente en la calle y de qué forma …pero parece que hasta que el mundo no cerro, no nos habíamos dado cuenta.
Desaparecimos como en la película de Amenábar (Te doy mis ojos). Parecerá obvio lo que escribo, pero esta desaparición del ser humano del asfalto bien podría llevarnos a la reflexión de que existimos, somos de carne y hueso, muy muy vulnerables, pero apegados al contacto que ahora activamos desde nuestros balcones montado fiestas, cantando o aplaudiendo entre desconocidos pero también intercambiando teléfonos. Hoy recordamos que nos tocábamos, abrazábamos, compartíamos fiestas, películas, platos, copas, por supuesto trabajamos, llenando metros, autobuses y parkings, pero para pensar en ello tuvo el mundo que cerrar.
Tras la salida sabemos que no todo será igual. Conclusión quizás obvia pero el personal, aunque enganchado a las pantallas, ha seguido necesitando la calle, el bullicio, la gente, el espacio exterior, el campo, esa naturaleza que ahora a duras penas podemos contemplar salvo que nuestro balcón de a un parque. El hogar “vídeo acondicionado” ha pasado a ser hoy un bunker de supervivencia en el que disfrutamos de los próximos, pero también de los electrodomésticos y de zonas de la casa que no frecuentábamos, con un cara cocina casi nueva porque durante la semana apenas aterrizamos para cenar, ver la tele, y dormir y el Fin-de salimos disparados a la sierra. Hoy estamos utilizando la redes como nunca pero también estamos en casa dando vueltas reconectando con los nuestros, aprendiendo y también contando los días que faltan para que el mundo abra de nuevo y salir, salida que la naturaleza no apreciara pues volveremos a la polución, a la contaminación de fábricas y coches aun no eléctricos, a no proteger a la naturaleza, y a dejar caer basura donde no debemos. Pero que pasara con nosotros?, correremos un tupido velo como a quien se le cura un corte?, o abordaremos la vida de otra forma, por cierto, una vida al principio complicada pues la salida será peor que la entrada. Quizás ese sobre esfuerzo posterior que nos espera contribuya también a que exijamos vivir de otra forma, porque el primer jinete de la apocalipsis ya llego y no se ira del todo, así que mejor que no lleguen los otros dos, por tanto o nos unimos en una sola voz clamando por el interés general, o no habrá muchas más oportunidades.
Barcelona. Abril 2020.
Ricardo Cayuela Dalmau
Director de Staff & Nexe,
Coordinador Grupo Psicología económica SPOT COPC.
Miembro de Federalistas de Izquierda.
Vicedecano del Colegio de Psicología de Cataluña 2010-2018.