Es un hecho que seguramente afectará al orgullo nacional, pero es patente: frente al coronavirus, Alemania se maneja bastante mejor que Francia. Con menos de 4.000 muertes frente a las cerca de 18.000 en Francia, y aún más en España e Italia; una epidemia controlada, que abre la vía a un próximo desconfinamiento; una economía que se contraerá un 4% contra el 8% previsto en Francia, la República federal, a día de hoy, remonta mejor la crisis que su vecina francesa. Puede ser producto del azar. Algunos apuntan a los desastrosos efectos de la reunión evangélica de Mulhouse a mediados de febrero, que diseminó el virus por todo el territorio francés. Pero muchos festivales de la cerveza tuvieron lugar en Alemania en el mismo período, con una participación popular equivalente.
Parece que esta diferencia -llamativa- tiene causas más profundas. Su enumeración, si no fuera por el aspecto trágico de la cuestión, tendría un efecto casi de distracción, irónico en todo caso. Rompe los clichés utilizados por todos los sectores de la opinión francesa sobre la sociedad y la vida política alemanas.
A menudo, en Francia nos burlamos -o elogiamos- la disciplina alemana, que atribuimos, según la versión favorable, a un espíritu cívico superior, o, en versión negativa, a una mayor sumisión a la autoridad. Pero Alemania ha contenido la pandemia sin recurrir a un confinamiento casi total, como el de Francia. Aunque rigurosas, las reglas dictadas en Berlín o los Lander son muchos más suaves que las de Francia, país de los galos turbulentos o de las 300 clases de queso.
Alemania ha practicado muy pronto tests masivos (de los cuales disponía) y el aislamiento de enfermos, o de zonas afectadas. Su sistema hospitalario no ha sufrido en ningún momento riesgo de saturación, por una buena razón: la República federal dispone de 6 camas de cuidados intensivos por cada 1.000 habitantes, el doble que Francia. Así el país del “ordo-liberalismo” (tercera vía entre el laisser-faire de los liberales y el socialismo), muy criticado por la izquierda francesa, ha invertido bastante más en salud pública que Francia, a pesar de aplicar una política fiscal más severa.
Cosa que coge a contrapié a la derecha francesa, que no cesa de quejarse sobre el peso del gasto público. Ha sido por haber favorecido sus servicios públicos por lo que Alemania ha gestionado mejor la crisis, lo que contradice el viejo liberalismo que proclama una parte de la clase política francesa.
Alemania no cerró inmediatamente sus fronteras. Lo hizo, impelida por la necesidad, una vez declarada la epidemia. Política que contradice el discurso de la derecha nacionalista francesa que desde el inicio de la epidemia focalizó su discurso en el cierre urgente de las fronteras. Cabe destacar, de paso, que
Donald Trump cerró sus fronteras muy temprano, lo cual no salvó a Estados Unidos de los efectos del contagio planetario.
En fin, el país del “déficit cero”, al cual se acusa frecuentemente de rigidez, desbloqueó de inmediato cerca de un billón de euros para sostener la economía. La izquierda verá así confirmadas sus tesis sobre la rigidez excesiva de las normas presupuestarias europeas. Pero, con el tiempo, también se pondrá de manifiesto que esto es posible porque Alemania ha practicado una política de excedentes, que le ha permitido disponer de las reservas necesarias para este plan de recuperación masiva.
Se dice que está crisis está anulando los dogmas y refutando certezas. El ejemplo alemán lo confirma, tanto para la izquierda como para la derecha francesa. Obviamente, ambas partes lo rechazarán en virtud de una ley de hierro: proclamando que “nada será como antes”, las personas de certezas generalmente aplican sus viejos patrones a cualquier situación nueva.
Se dice que esta crisis ha anulado los dogmas y ha refutado las certezas. El ejemplo alemán confirma esto, tomando la izquierda como la derecha francesa. Obviamente, todo esto será desafiado por ambas partes, bajo una ley de bronce: mientras proclaman que «nada será como antes», las personas de certeza generalmente aplican sus viejos patrones a cualquier situación nueva.
Artículo publicado en Libération el 17 abril de 2020 – Traducción de Peru Erroteta