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«El problema de arrogarse el monopolio de la representación moral es que uno se sitúa, incluso, por encima de las instituciones que dice defender. Quizás por eso el PP ha decidido no participar en la renovación de órganos clave, como el Consejo General del Poder Judicial o el Tribunal Constitucional, y convoque hoy en su lugar una manifestación para protestar por los pactos del PSOE para gobernar. El líder popular devalúa en un solo gesto las instituciones, pero también la calle, ese lugar que sirvió históricamente para dar voz a “los condenados de la tierra” y que es hoy, dice Pierre Rosanvallon, la “expresión más simple de una política negativa”, utilizada por conservadores y menesterosos como si no tuvieran suficientes altavoces en la esfera pública. Porque la democracia también se atrofia cuando se banalizan las formas de expresión de la ciudadanía.»

Constitución y militancia (El País, 12 de enero de 2020)