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«No son sólo goteras lo que hay en las universidades públicas catalanas. Son vías de agua. Taponarlas costaría este año unos 240 millones. No hay suficientes recursos para mantener los edificios, ni para renovar plantillas (el reemplazo se hace con asociados con contratos misérrimos), ni para comprar nuevos materiales o máquinas para los laboratorios. La competencia europea, feroz, se mueve: universidades equiparables en dimensión a las catalanas tienen cinco veces más presupuesto.»

Esto no es chiste (La Vanguardia, 11 de octubre de 2019)