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«El verbalismo de la unilateralidad y de “lo volveremos a hacer” es lo que sustituye a la presión continua y creciente que necesitaba el movimiento, una presión que nunca consiguió y que nunca podrá obtener, sobre todo con la actual división interna y con el rearme de la opinión anti independentista catalana y española en general. Incapaces de reconocer los errores y la vía muerta en que se han ido situando, los dirigentes todavía rupturistas disfrazan su patética impotencia y la creciente irrelevancia política de las instituciones que gobiernan con una arrogancia amenazadora y una gestualidad que aún se pretende revolucionaria, con lo que ahora ya solo se hacen daño a sí mismos, aunque, lo que es peor, también siguen dañando al país al que dicen servir.»

Espejos rotos ((El País, 1 de septiembre de 2019)