«De una sociedad sana políticamente cabría esperar cierta prudencia, sobre todo, de parte de los representantes institucionales. Representantes que lo son por y en un sistema democrático, que es el español, al que dicen aborrecer. Más allá de que el juez instructor impute, indiciariamente, delitos muy graves, lo cierto es que más de un año de investigación quizá debería llevar a la cautela, siempre respetando el derecho fundamental a la presunción de inocencia. Es normal que familiares, amigos y vecinos consideren que los detenidos son buenas personas, incapaces de preparar actos como aquellos por los que se les persigue judicialmente. Ahora bien, las instituciones y sus titulares deberían siempre mantener la cabeza fría y recordar que son representantes de las instituciones de toda la ciudadanía, no solo de una parte, por mayoritaria que esta sea en ocasiones.»
Democracia a medida (El País, 25 de septiembre de 2019)