El último acto político donde estaba anunciada la intervención de Jaume Casanovas fue la presentación en Vilafranca del Penedès el pasado día 18 de Junio del libro “Missió Federal. Cap a una solució compartida a Catalunya”. Un contratiempo de salud (que después se sabría que era la dolencia que acabaría con su vida bien pronto) le impidió a última hora acompañarnos y fue sustituido por su amigo, el filósofo Ramón Sánchez.
Jaume es uno de los protagonistas del libro que iba a presentar, porque dedicó buena parte de los últimos años de su vida a promover la asociación Federalistes d’Esquerres: “Antiguos alcaldes o regidores veteranos como Jaume Casanovas, Marcel Gabarró, Manel Mas o Josep Quintanas (junto con otras muchas personas de su generación) se han volcado en el proyecto sin pedir nunca nada a cambio, solo por el placer de avanzar juntos, como creo que no se volcaban en nada desde los tiempos de la transición. Su ejemplo ha sido un testigo muy inspirador para el resto de la asociación”.
Y porque mantuvimos un diálogo constante sobre el que estaba pasando en Cataluña: “El 2-O recibí una llamada de Jaume Casanovas, una de las personas a quienes más había recomendado calma en los últimos tiempos: “pero no decías que no pasaría nada?” De hecho, no había pasado nada desde el punto de vista legal. Es decir, Cataluña no estaba más cerca, sino más lejos, de una supuesta independencia. Pero Jaume tenía razón en que sí que había pasado algo desde el punto de vista emocional y de la convivencia.
Esta era una constante del “procés”: un fracaso legal e institucional total y absoluto, y un gran éxito de movilización. Con esto también se asemeja al pujolisme: ningún éxito institucional para la colectividad, grandes éxitos políticos para el movimiento”.
Jaume cogió mejor que nadie el sentido del federalismo que queríamos promover. Lo hizo por ejemplo organizando con otros un acto sobre la organización económica local, con la participación del promotor de la moneda vilanovina la Turuta. O con un acto de debate sobre “el lenguaje del Procés” con la participación del filòsofo y actual presidente del Senado (y primer presidente de Federalistes d’Esquerres), Manuel Cruz, y el traductor Adan Kovacsics. Entendió la dimensión local, global, social y moral del federalismo que defendíamos, muy alejado de una mera propuesta “territorial” para resolver un problema puntual. Lo entendió, y por eso hablaba obsesivamente del federalismo como parte de un nuevo contrato social, o por eso denunciaba hasta la afonía los valores asociados al “nosotros solos”.
Debía de ser en 2013 cuando Jaume Casanovas me pidió que fuera a Vilanova a tener una charla con un grupo de reflexión del cual formaba parte. Les propuse que su grupo fuera el embrión de Federalistas en el Penedès-Garraf y así fue. No creo que ninguno de los participantes en aquel encuentro se haya arrepentido.
Jaume fue el primer alcalde democrático de Vilanova i la Geltrú después de la dictadura franquista, y por tanto formó parte de la generación de líderes locales que transformaron la fisionomía urbana y social de Cataluña, dejando ellos y ellas sí, un legado profundo de beneficios colectivos que no está manchado por alcurnias corruptas, ni saltos a la legalidad que nos hemos dado a nosotros mismos. También fue gobernador civil de Lleida y Barcelona. Otras personas más autorizadas hablarán de estas vertientes de su fértil trayectoria, pero estoy seguro que coincidirán conmigo que no estuvo nunca de paso en ninguna parte, y que siempre dejó una impronta profunda.
En Federalistes d’Esquerres no pidió nunca estar a la Junta ni tener ningún protagonismo especial, pero ha sido una de las personas más importantes. Nos enseñó que la sonrisa puede estar muy cerca de la indignación, igual que la lucidez. Gracias, Jaume: en esto, también tenías razón.