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» Lo de “verdades”, dicho así, suena a un diálogo de metafísicas o dogmáticas entre dos posiciones. Yo no lo veo por ahí, más bien creo que lo que expresa el movimiento independentista es un desajuste social de enormes proporciones, y un desconcierto inmenso de una parte de la sociedad catalana que piensa, ante un impacto brutal que ha afectado a las bases del consenso social catalán, que con la independencia van a resolverse los problemas que ese impacto, especialmente la globalización, los cambios de la economía global, ha provocado en su anterior consenso social. Y para ello se ha buscado un enemigo, en este caso ya conocido: España, y se ha construido un imaginario colectivo nuevo, al menos como imaginario mayoritario, como es la independencia. Más que verdades, por tanto, lo que veo son señales de un profundo laberinto. Este desbarajuste se está produciendo en otras sociedades —veamos Italia, veamos el Brexit—, lo que ocurre, es que en Cataluña ya existía una plantilla anterior, el nacionalismo extremo que devenido en independentismo, se ha utilizado en esta crisis como falsa salida del problema.»

Entrevista a Javier Aristu (Crónica Global, 14 de abril de 2019)