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«Un movimiento nacionalpopulista no puede ser transversal en una nación de Europa occidental, por tanto sociedad pluralista y compleja. Cataluña no es Lituania, ni Ucrania, ni Crimea, aunque cierta dirigencia independentista y gran parte de sus seguidores sueñen aún hoy con un Maidan particular que llegue a donde no pudo llegar el 1-0. A lo que el nacionalpopulismo independentista se enfrenta no es (sólo) a un estado miembro de la Unión Europea que no está dispuesto a dejarse desmembrar ni a la mitad por lo menos de la población catalana que se niega a ser uniformizada, lo que tiene delante es una sociedad compleja que encara un futuro que ya está aquí y que consiste en un verdadero tsunami civilizacional que va a cambiar nuestras formas de vida, comenzando por el empleo y la educación, en menos de una década.»

Entrevista a Gabriel Jaraba (Crónica Global, 7 de abril de 2019)