«Los aparatos de propaganda de los partidos y sus gabinetes de comunicación llevan tiempo convertidos en auténticas maquinarias de manipulación. Pero hay manipulaciones y manipulaciones. Las hay que, por su desafortunada y torpe formulación, tienen un muy escaso recorrido político, mientras que otras amenazan con convertirse, de cuajar en la opinión pública, en fuentes de confusión cuando no directamente de engaño. O, si se prefiere decirlo de otra manera, hay manipulaciones que desbordan la esfera del mero lenguaje para convertirse en flagrantes manipulaciones ideológicas.»
Contra los expendedores de constitucionalismo (El País, 1 de marzo de 2019)