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«Amos Oz identifica al fanático por su entusiasmo por pertenecer a algo y pretender que el resto se una, por el afán en convertir al prójimo. Por su propio bien, claro. “Los fanáticos son sentimentales sin remedio”, afirma con ese sentido del humor que reivindica como vacuna, junto al ejercicio básico: ponerse en el lugar del otro. Sólo así es posible llegar a pactos que, ojo, no nos harán felices, sino que duelen lo suyo porque pasan por “prescindir de los sueños, de las ilusiones y de los viejos eslóganes del pasado”. Oz nos dejó justo antes de empezar un 2019 que es otra oportunidad para seguir preceptos como este: “Llegar a acuerdos es tratar de encontrarse con el otro en algún punto a mitad del camino”.»

Fanatismo político (La Vanguardia, 31 de diciembre de 2018)