«En resumen: antes del 1-O, la idea de un referéndum pactado podía actuar como un freno al“tenim pressa” (tenemos prisa) del independentismo – aunque ya se comprobó que ni teníamos, ni pudimos concitar fuerzas suficientes para que así fuera. Hoy, sin embargo, la evocación a destiempo de un referéndum facilita que los partidos independentistas difieran el balance del fracaso de la vía unilateral y recompongan el relato de un proceso a ninguna parte. El colapso del Parlament así lo atestigua. No pongamos la carreta delante de los bueyes. El tiempo sigue siendo la materia prima de la política.»
El referéndum como fetiche (lluísrabell.com, 3 de octubre de 2018)