«Cada vez se llama más la atención sobre el peligro que suponen determinados discursos políticos para nuestras democracias. Ya no es que algunos responsables políticos o referentes de opinión pública utilicen el trazo gordo para explicar nuestras realidades; el peligro radica en que la mentira, la hipérbole, se utiliza para construir diagnósticos falsos, sobre los que se desarrollan discursos alternativos sin base fáctica para los que se ofrecen fórmulas políticas ineficaces.»
No faltemos el respeto a la realidad. (El País, 5 de agosto de 2018)