Después de varios años de proceso soberanista, seguimos atrapados en nuestras trincheras y sin saber cómo cortar el círculo vicioso que ha dividido Cataluña en dos mitades. Por si no teníamos suficientes anhelos identitarios prendidos en los balcones, se dispara la demanda de la nueva enseña: la bandera de Tabarnia, una sátira que ha servido para desvelar las contradicciones del proceso ¿Como hacemos frente a la proliferación de anhelos identitarios?¿Es la hora de inventar una bandera para la lucha contra el paro, la desigualdad, el coste de la vivienda o la precariedad laboral? Son algunas de las cuestiones que se abordaron el jueves 18 de enero con la escritora y columnista, Emma Riverola.
Riverola destacó que si bien la propuesta de Tabarnia en un primer momento parecía una parodia como las que utiliza Eduardo Mendoza en sus novelas, en las que se intenta caricaturizar utilizando el humor y evidenciar así las trampas y las mentiras, en este caso del ‘procés’, ha derivado en ser más bien un nuevo obstáculo para avanzar en una solución.
“Volver a crear banderas y fronteras que nos separen puede ser peligroso. Significa invertir más esfuerzos para seguir centrados en el eje nacional, para no hablar de los problemas sociales, de la justicia social, son más emociones y lo que tenemos ahora mismo es una sobredosis de emociones. Si al ‘procés’, que ha tenido mucho de nacionalismo excluyente le añadimos más nacionalismo, lo que estamos haciendo es combatir un problema con otro problema y no trabajar la solución”, señaló.
Riverola también se refirió a la rapidez con que la idea de Tabarnia se ha extendido y muchos la han asumido, algo que desnuda las propias dificultades del federalismo para explicar su propio relato ¿Cómo se consigue crear una alternativa que estimule?, planteó a la concurrencia al mismo tiempo que destacó que es preocupante el papel que ejercen las redes sociales que consiguen que con la simple propagación un relato cobre veracidad.
“El proceso bebe de los argumentos del independentismo pero no es lo mismo, es un movimiento emocional que se ha servido de la propaganda, que ha conseguido despertar emociones positivas en la gente, como el interés en la política y la movilización, pero también otras negativas como la superioridad moral y el menosprecio frente a los demás. Esto ha derivado en el intento de apropiarse de conceptos como democracia y el asumir que se tiene la razón por sobre los demás”, señaló.
Emma Riverola también reflexionó sobre la necesidad de que la izquierda trabaje en crear la idea de una España abierta, acogedora, que se enriquece de la diversidad, en la que todos y todas puedan sentirse cómodos y de buscar una solución al conflicto creado en Cataluña que no pase por seguir utilizando las banderas y las señas identitarias (por Beatriz Silva).