Que la idea de ciudadano se supedite a la de nación, supone un apreciable riesgo para la democracia y la ética ya que una entidad superior en valor al sujeto, puede justificar acciones que de otro modo se considerarían reprobables
Esta deriva propicia, por otra parte, que la idea de ciudadano se supedite a la de nación, lo que supone un apreciable riesgo para la democracia y la ética ya que una entidad superior en valor al sujeto, puede justificar acciones que de otro modo se considerarían reprobables (pensemos, por ejemplo, en las antidemocráticas últimas sesiones del govern de Catalunya, en la ostensible corrupción/malversación reconocida y en los múltiples engaños que se hizo a la población). Igualmente, se desdibuja el papel que en democracia juegan las distintas ideologías políticas (pueden gobernar conjuntamente partidos de pensamiento político muy dispar si lo requiere “la causa”), mientras que emerge la tendencia a confundir “el pueblo” con la parte del mismo que se muestra afín a las concepciones nacionalistas. La política derivada de éstas crea así un grave problema de convivencia
Qué nos ha pasado? (Blog Esquerra sense fronteres, 16 de desembre de 2017)