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Juristas y teóricos de diversos ámbitos defienden la urgencia del federalismo en Radio Rebelde Republicana

(por Francesc Arroyo) Los seis participantes en una mesa redonda emitida en directo (y disponible en la red) por Radio Rebelde Republicana coincidieron en que la reforma federal en España es urgente y la única vía razonable frente a los nacionalismos extremos. Moderados por Xavier Bernad, participaron el que fuera teniente alcalde de Viladecans José Luis Atienza; la antropóloga Gaby Poblet; Cristina Simó, dirigente del PCE; Sílvia López Valentín, de Movem Castelldefels y miembro de la junta de Federalistes d’Esquerres, y Alberto Marco, profesor de Veterinaria en la UAB, y el ex fiscal Carlos Jiménez Villarejo.

El punto de partida eran dos preguntas: ¿por qué federalismo? y ¿por qué ahora? Las respuestas fueron diversas, pero varios ponentes coincidieron en señalar que, al margen del problema que supone la situación en Cataluña, hay una crisis general del Estado-nación. Una crisis que se explica, señaló Marco, por hechos como la caída del muro de Berlín (que consagró la hegemonía del sistema liberal capitalista); la desregulación de los mercados sin que comportara la liberalización para las personas; la revolución tecnológica, que supone una mayor eficiencia del sistema productivo pero no mejora el empleo, al contrario, ha repercutido en precarización y desigualdad social, y la crisis económica de 2007. Todo ello ha generado un “estado de malestar”, no sólo en Cataluña y España sino en todo el mundo.

En este magma han proliferado como solución aparente los populismos vinculados a ideas nacionalistas, a los que debe oponerse un estado federal basado en la descentralización y la responsabilidad. En su opinión, el presente tiene tres salidas: el statu quo, el estado plurinacional (que Marco definió como un oxímoron) y el estado federal, que permite mayores dosis de racionalidad.

Para Gaby Poblet, el futuro pasa por romper con el modelo de estado nación y frenar el repliegue hacia lo nacional. El estado-nación, recordó, se basaba en la trilogía territorio, gobierno, pueblo. El problema es que no se sabe qué es el pueblo.

Los nacionalismos defienden una supuesta identidad nacional asociada al estado-nación, pero la nación es una comunidad imaginada, limitada y soberana. Ninguna nación define su ámbito como el de toda la humanidad. Lo que sí ofrecen los nacionalismos es una idea de fraternidad que crea vínculos entre los individuos, de forma que al final éstos sean capaces de ir a la guerra, morir y matar. Es una legitimidad emocional. En este contexto, el repliegue nacional ofrece la ilusión de que la protección se da mejor en lo pequeño, en las fraternidades.

Cristina Simó empezó defendiendo la necesidad de quebrar la retroalimentación entre nacionalismos (el catalanista y el españolista) y la conveniencia de poner en evidencia que las banderas se alimentan del malestar y sirven para encubrir que hay dos tipos de realidades: la de clase y la territorial; si la primera se impone es para tapar el 3%, las operaciones en Andorra, los casos Gürtel y Bárcenas.

La república catalana, sostuvo Simó, nace con vocación de quedar sometida a la UE y la OTAN y no se declara insumisa frente a la deuda. “Es una farsa para justificar la corrupción y los recortes”, concluyó. Frente a ello, sólo cabe un modelo federal que debe ser social. Pero el federalismo tiene también límites y uno de ellos es la caja única de la seguridad social, propuso.

En el marco de la reforma federal futura, Simó defendió que habrá que revisar una monarquía que “va contra el sentido común y la razón y es el vértice y caldo de cultivo de la corrupción”.

Carlos Jiménez Villarejo defendió que la reforma federal debe cambiar algunas de las cosas que figuran en la Constitución de 1978 (“me niego a llamarle el Régimen del 78”, dijo), entre ellas la actual preeminencia del Ejecutivo central sobre el resto de poderes del Estado, incluidos los autonómicos. Los tributos son ahora “cedidos” a las Comunidades. El federalismo supone el final de esta organización en “concesiones” para precisar claramente las competencias y derechos.

“El federalismo representa el sentir de los jóvenes de izquierdas” sostuvo Sílvia López, para añadir de inmediato: “Europa es mi casa. La izquierda es solidaria y defiende el diálogo y las soluciones negociadas”. Coincidió también en que el Estado-nación está obsoleto porque, dijo, es incapaz de resolver los problemas globales. Ejemplos: el cambio climático, los refugiados, problemas que no tiene solución en un solo país. La solución es un federalismo basado, como la actual Europa, en el principio de subsidiariedad, con cesión de soberanía hacia arriba y de competencias hacia abajo.

Ya en el turno de respuestas a los oyentes, Sílvia López Valentín contó una anécdota ilustrativa: en la última escuela de verano conoció a una mujer alemana que se sorprendió por algo que ocurría en Cataluña: “La izquierda catalana es la única de Europa que reclama más soberanía. Algo no cuadra”.

José Luis Atienza empezó señalando que “bandera viene de bando” y que en el pasado, “el pueblo llano iba a pie bajo trapos que llevaban los nobles a caballo”, para redondear con una afirmación: “Bajo las banderas los muertos siempre los ponen los mismos”. No lo dijo, pero no eran los de a caballo.

Su defensa del federalismo la hizo con una cita de Facundo Cabral: “No soy de aquí ni soy de allá; no tengo edad ni porvenir. Y ser feliz es mi color, mi identidad”. Eso es el federalismo, el color de ser feliz, dijo, y su bandera es “la blanca, con la blancura de la sábana de sabor maternal, del alto el fuego, del hablemos y acordemos”. Un federalismo emparentado con la palabra “fides”, lo que supone confianza y pacto, sin olvidar lo que dice la letra de la Internacional: “ningún deber sin derecho, ningún derecho sin deber”.

Finalmente defendió que la izquierda se enfrente al soberanismo y deje de ser “federalista en la intimidad”, atreviéndose, con Espriu, a recuperar los nombres de las cosas de forma que quede claro que las ideas de legitimidad, igualdad y democracia son federales y no independentistas.