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Un partido catalán, combinando el mal gusto y la ignorancia histórica, conmemora cada año su ejecución con una marcha nocturna con antorchas. Pero eso no cambia las cosas: Lluís Companys era un republicano, un federalista español y un hombre de izquierdas

Como en muchas otras cosas, el nacionalismo separatista lleva años intentando apropiarse de la figura de Lluís Companys. Como han hecho con la exposición sobre la cárcel Modelo, o con la exposición sobre las luchas vecinales durante el franquismo, o con los diversos coloquios y conferencias sobre temas históricos: lo que no es suyo, se esconde; y si no se puede ocultar, se intenta absorber.

El pujolismo intentó durante décadas esconder la figura del presidente Companys; y cuando al final no pudieron resistir la presión, le dedicaron un monumento pequeño y poco conocido junto al Arco de Triunfo de Barcelona.

¿Por qué este odio a la figura de Companys? Uno de los intelectuales del régimen intentó despreciarlo citando un verso de una ópera: “un bel morire / tutta una vita onora”. ¡Como si la ejecución de Companys la hubiera redimido de una vida deshonorable …!

Lluís Companys era un abogado, que se especializó en defender sindicalistas de la CNT en los “años de plomo” del pistolerismo del Sindicato Libre, y defender los derechos de los arrendadores ante los abusos de los propietarios latifundistas. Por ello, su grupo (en vez del diario “La Opinión”) fue un socio indispensable en la creación de ERC: aportaba la conexión con el movimiento obrero y con la tradición del sindicalismo agrario, y la herencia histórica del federalismo republicano.

Elegido por unos pocos días alcalde de Barcelona, ​​Companys ejerció todos los cargos públicos imaginables durante la Segunda República, hasta ser elegido presidente de la Generalitat a la muerte de Francesc Macià. Y a los pocos meses se produjo el evento célebre, y que hay que entender bien: el 6 de Octubre de 1934. Companys no proclama la independencia de Cataluña: proclama el Estado Catalán dentro de la República Federal Española. Tras los precedentes de Italia, de Alemania y de Austria, la entrada de la CEDA en el gobierno de Madrid hacía temer la inminencia de un golpe fascista en España. La Alianza Obrera y el PSOE promueven un alzamiento contra el riesgo de un gobierno fascista en Madrid, y la fracción separatista de ERC intenta que la Generalitat aproveche la ocasión y se declare independiente.

Companys, un republicano federalista y de izquierdas, un hombre leal a la República, se niega (como la CNT catalana, por otra parte). Mientras él y los suyos son detenidos y encarcelados, los dirigentes del Estado Catalán, encabezados por Dencás, huyen por las cloacas de la Plaza Sant Jaume, llegan al puerto y embarcan, unos hacia Italia y otros hacia Francia.

El Frente Popular y la amnistía le restituyen en la presidencia, desde donde conducirá el gobierno de Cataluña en las trágicas condiciones de la Guerra Civil, repitiendo una y otra vez una misma frase: “defender Madrid es defender Cataluña”. Y luego, ya en el exilio, perseguido por la policía secreta española, cae en manos de la Gestapo que le repatria a España, donde será condenado por un Consejo de guerra y ejecutado.

Un partido catalán, combinando el mal gusto y la ignorancia histórica, conmemora cada año su ejecución con una marcha nocturna con antorchas. Pero eso no cambia las cosas: Lluís Companys era un republicano, un federalista español y un hombre de izquierdas. Lluís Companys era uno de los nuestros.

Blog Esquerra sense fronteres, 15 de octubre de 2017