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El Processisme es –sigue siendo– una pirámide. En su base hay una gran parte de la sociedad que cree que esto va en serio. En su cúspide, hay la consciencia contrastada de que no va a ninguna parte. Una pirámide, por otra parte, es algo grandioso, descomunal, potente. Pero, en el fondo, una tumba. El Procés es un pan hecho con piedras. Es algo que alimenta, pero fabricado con sustancias que no existen. Y, por eso mismo, es una mina. No sólo ha posibilitado cinco años de vida a un Govern con pasado –o, Caso 3%, posiblemente presente reciente– corrupto, y con políticas asociales propias de un Gobierno del Sur que, en caso de elecciones, puede volver a ganar, comunicando a la base de la pirámide que, precisamente, fabricará panes con piedras. También, y por el mismo precio, está garantizando la existencia de otro Gobierno, el Central, también acosado por la corrupción y su pasado/presente, y también centrado en los negocios y en la austeridad. «Hacer piedras con panes» (CTXT, 30 de julio de 2017)