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«El Estado no dispone de tanto poder como para impedir la democracia», fueron palabras del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, pronunciadas el 22 de mayo en Madrid, a donde se desplazó junto al vicepresidente Oriol Junqueras y el consejero de exteriores Raül Romeva para explicar en una conferencia del porqué de su voluntad de un referéndum​ independentista en Cataluña.

Son palabras tan repletas de épica y falacia como vacías de contenido. No sólo porque el Estado dispone de bastante variedad de recursos para impedir lo que se proponen, sino también porque la democracia de la que nos hablan carece de los más mínimos requisitos para serlo. Es una democracia en la que se asegura que, si no pueden hacer un referéndum de independencia, directamente se separan, aunque las encuestas digan reiteradamente que no tienen una mayoría de catalanes que desee la independencia.  Texto completo aquí  (Crónica Global, 29/05/2017)