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¿Existe la memoria colectiva? Por supuesto, es la de toda la gente. Pero la memoria del poder nunca es toda la memoria de la gente. Para sacralizar el suelo del Born se había tomado como pretexto unas ruinas datadas hacia 1714. Al lado, habían descubierto enterrada la Barcelona musulmana; sin embargo estas ruinas no acabaron formando parte de nuestra memoria oficial. Esta vez, el censurado ha sido el Ayuntamiento, el poder, que ha acabado claudicando ante los sacerdotes. Las esculturas ofendían a los guardianes de lo sagrado. Pero hay un lugar en el que Franco ha estado siempre y en el que los de CDC nunca miran: su propio árbol genealógico. «Provocaciones necesarias» (El País, 30 de octubre de 2016)