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Mariano Rajoy dejó bien claro de qué se trataba: de seguir gobernando. Y de hacerlo igual que lo ha hecho hasta ahora. El candidato no dio el menor argumento que pudiera favorecer un debate en las filas de la oposición. Llegó a la Cámara sin haber hecho ni un pequeño esfuerzo que los demás pudieran valorar (el cese de algún ministro, por ejemplo) y ofreciendo exclusivamente continuidad en todos los campos de la política y la economía, junto con un total inmovilismo en el asunto catalán. “La continuidad como propuesta” (El País, 4 de septiembre del 2016)