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Mas al final dio la clave de su conducta: “Lo estoy haciendo bien porque hago el bien”. Él representa las fuerzas del bien, es decir, “la voluntad de un pueblo”, como figuraba en su eslogan de campaña del 2012. Los críticos no ya con el proceso sino con la poca calidad democrática que lo acompaña –desde la consulta del 9-N sin junta electoral alguna hasta el plebiscito del 27-S– formamos parte de las fuerzas del mal. «El juego de los disparates» (La Vanguardia, 10 de enero de 2016)