Opinión

En Cataluña, el victimismo es utilizado como una argucia del poder no solo para no hacerse cargo de sus propios actos, sino para endosárselos, en caso de que hayan generado efectos negativos, a otro u otros. Eso es precisamente lo que buscó el nacionalismo catalán durante la larga etapa de gobiernos de Jordi Pujol. “La política de la queja” (El País, 20 de octubre de 2015)