Para desarrollar en serio la vía federal, habría que dotar a la UE, o sólo a la zona euro, de una capacidad fiscal propia. Crear impuestos verdaderamente europeos basados en la riqueza que crea el propio proceso de integración. O en fenómenos que no conocen fronteras como un impuesto sobre las transacciones financieras y las emisiones de Co2
La crisis del euro ha requerido por un lado más disciplina y por el otro más solidaridad. Ambas dinámicas requieren instituciones legitimadas para tomar decisiones que afectan a cuestiones políticas fundamentales ¿Cómo conseguirlas? ¿Por la vía federal o reforzando la dimensión intergubernamental de la Unión?
La historia esta por escribir, pero lo seguro es que será más que nunca necesario aceptar ritmos y objetivos diferentes para cada país, y combinar las dos fuentes de legitimidad que concurren en la construcción europea: la de los Estados y la de los ciudadanos.
Esta dualidad se plantea ahora de forma mas concreta, porque la crisis ha situado a los ciudadanos en un nuevo papel con respecto a las políticas europeas y, nos guste o no reconocerlo, ha realzado la dimensión intergubernamental frente a la comunitaria. Los Estados, a través del Consejo Europeo, han sido los que han tomado las decisiones bajo el papel predominante de Alemania.
Ahora esta de moda pedir que se desarrolle la dimensión social de la unión monetaria. Pero no somos suficientemente conscientes de que eso exige previamente definir el modelo político que va adoptar la UE . Y será muy diferente según que sea de tipo federal o nos limitemos a una mayor y mejor coordinación/cooperación intergubernamental.
Reconozcamos también que la crisis ha acentuado el conflicto entre la inicial lógica “federalizante” con la que se construyó la UE y el esquema intergubernamental del euro. Para resolverla han primado los acuerdos intergubernamentales: damos ayuda a cambio de disciplina presupuestaria, sin avanzar un ápice en la armonización fiscal. Cuando un Estado miembro del euro ha necesitado ayuda financiera, no se la ha dado el Presupuesto comunitario sino los demás gobiernos bajo el control de sus Parlamentos nacionales. Bien de forma directa, como los primeros prestamos bilaterales a Grecia, bien mediante un instrumento intergubernamental como el ESM, gobernado por un grupo de ministros de Hacienda y que no da cuenta de sus decisiones al Parlamento Europeo.
Reconozcamos también, que un modelo intergubernamental parece más acorde con la debilidad del demos europeo y las fuertes diferencias de identidad entre sus pueblos. Pero garantizar la legitimidad y el control político en un modelo intergubernamental requiere cambios institucionales complejos y difíciles modificaciones en los Tratados .
¿Seria más fácil la vía federal? Para desarrollarla en serio, habría que dotar a la UE, o sólo a la zona euro, de una capacidad fiscal propia. Crear impuestos verdaderamente europeos basados en la riqueza que crea el propio proceso de integración. O en fenómenos que no conocen fronteras como un impuesto sobre las transacciones financieras y las emisiones de Co2.
Además, la federación debería tener capacidad de endeudamiento para financiar la ayuda financiera a países y la recapitalización bancaria. Sus títulos de Deuda serían emitidos por un Tesoro europeo y dotados de una garantía conjunta de todos los países. El rechazo que generan los eurobonds es suficientemente conocido, pero sin unos activos risk free a escala europea, la imprescindible unión bancaria no tendrá ni estabilidad ni credibilidad. La eurozona necesita un sistema financiero que funcione, lo que requiere una unión bancaria completa con garantía supranacional de los depósitos. Lo han reconocido claramente los 5 Presidentes de las instituciones de la UE en su reciente documento sobre el futuro de Europa.
En la perspectiva federal, la UE debería dotarse también de un sistema bicameral en el que el PE asuma la plena representación de los pueblos y el Consejo de la UE la representación territorial. La Comisión deberá ser un poder ejecutivo apoyado por una mayoría parlamentaria. Su Presidente, elegido en base al resultado de las elecciones europeas, debe poder nombrar a los Comisarios y se debe reducir de una vez por todas.
El PE debe poder tener iniciativa legislativa y votar impuestos europeos. Ello aumentaría mucho la percepción de su importancia. Si una vez se dijo “no taxation without representation”, en Europa toca decir ahora “no representation without taxation”. El presupuesto “federal” para la zona euro, notablemente mayor que el actual 1%, debería basarse en gastos de trasferencias y de inversión de naturaleza anticíclica, como un seguro de desempleo a escala europea recientemente propuesto por el FMI.
Son palabras mayores. Seamos conscientes de que ello exigiría la armonización de las políticas laborales y una corresponsabilidad sobre los niveles de desempleo. Pero tendría la ventaja de distribuir el coste de un choque asimétrico que afecte a un país determinado.
Es cierto que los mecanismos de solidaridad interpersonal se producen en comunidades políticas consolidadas. Y hoy por hoy ese no es el caso de la UE. Pero de eso se trata cuando hablamos de la dimensión social que proporcione a la unión monetaria la legitimidad imprescindible para su supervivencia.
Una versión similitar de este texto fue publicada por Sistema Digital el 26 de junio de 2015