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Bien mirado, el simulacro de debate que montó TV-3 el jueves pasado (.Cat) no debería sorprender a nadie. Es la tapa justa, la culminación de un trayecto, que esta cadena pública inició tiempo atrás. Configurar un programa para hablar de un todo (Catalunya) convocando solo a una parte (los soberanistas nada más) evidentemente es una aberración informativa. Es hacer trampa al ciudadano

Crear, e impulsar, desde el plató de .Cat una burbuja de pensamiento unidireccional es la antítesis del pluralismo democrático. Con este ejercício han mimetizado los nefastos y falsos programas informativos que tantas veces hemos visto y lamentado en Intereconomía TV, en 13 TV, en Telemadrid o en aquel bochornoso Canal 9 valenciano. Pero hay que advertir -y no es precisamente un consuelo- que lo que hemos visto ahora no es nada más que la consecuencia de la trayectoria, del papel, que TV-3 viene protagonizando. Hace tiempo que esta cadena ha dejado de ser la Televisió de Catalunya. Ha pasado a ser otra cosa. Hace tiempo que ha dejado de estar al servicio de todos los habitantes de Catalunya y ha culminado un curioso procés personal: se ha trasformado en un fenomenal engranaje de propaganda, obediente con los intereses de una doctrina política determinada. Ahora ya no defiende el dret a decidir, que es lo democrático. Ahora TV-3 ya nos inculca, nos alecciona, en qué sentido tenemos que votar. Y naturalmente, cuando una estructura televisiva pública pone la información, hasta el entretenimiento, al servicio de un plan político, los políticos la usan sin contemplaciones bajo la disciplina del ordeno y mando.

Es una deslealtad, y un engaño a los ciudadanos que el aparato informativo público que pagan todos estos ciudadanos se transforme en el departamento de agitprop de una facción, de una parte. Con todo el peaje de servilismo que eso conlleva. Por ejemplo, la operación .Cat del jueves dio la impresión que se montó no solo para hacer creer que aquella parte allí convocada era el todo, sino también para inculcar y reimpulsar la idea de la derrotada llista única, que es la tabla de salvación de CDC porque cada vez que se presentan a unas elecciones -la última, la alcaldía de Barcelona- pierden votos de manera insoportable.

¡Ah! Hoy no me ha salido un comentario alegre, precisamente. No hay alegría en lo que les he contado. Tristeza y vergüenza. Nada más.

El Periodico, 31 de mayo de 2015

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