Si en el Reino de España no cabe más que una sola nación —tal como señala la Constitución actual— y si Cataluña solo es pensable con un Estado propio, la incompatibilidad de pretensiones es insuperable. Los dos nacional-estatismos se afirman como irrenunciables. Un arreglo, que será provisional, exige talento político e imaginación jurídica. «La metástasis del nacionalismo y el armisticio» (El País, 14 de noviembre de 2014.