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Aunque tanto el españolismo como el independentismo lo nieguen, son legión los ciudadanos que no comulgan con sus respectivos credos, y viven con desgarro la brecha creciente. Bien porque profesan una doble identificación y se sienten, en grados distintos, españoles y catalanes a la vez. Bien porque se saben —y quieren— carentes de nación alguna, y a lo sumo abrigan débiles identificaciones que subordinan a sus convicciones ciudadanas. «La sociedad postnacional» (El País, 24 de noviembre de 2014)