A estas alturas el independentismo, que intentó meritoriamente presentarse como un proyecto racional, ya es sólo un acto de fe: quien no es capaz de compartir la fe o la pone en duda, se convierte en un hereje o, lo que es peor, en un nacionalista español.
Según Artur Mas, cuando las cosas van mal, los responsables son los españoles, pero, cuando van bien (o parece que empiezan a ir bien), los responsables somos los catalanes. «Los culpables de todo» (El País, 31 de agosto de 2014).