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La muerte política de Pujol deja al nacionalismo convergente sin su principal activo y referencia histórica e ideológica. Aunque Artur Mas sale debilitado, el soberanismo se conjura para que no afecte al proceso. El mayor activo del nacionalismo se ha convertido en lastre. “Consecuencias de la caída” (El País, 29 de julio de 2014).

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