Comoquiera que Casals, Sallés y Comín Jr. apoyan la independencia es de cajón que el mensaje que nos trasmiten es que “ellos” también estarían por la labor. Lo que raya en la impostura. No hace falta que diga que el legado personal de Alfons Comín le corresponde a su familia al igual que el de Vázquez le corresponde a la suya; por cierto, ignoro qué legado personal del Guti le puede corresponder a la Casals. Pero a los tres que han exhibido el retrato no les corresponde la gestión intelectual o política de lo que, ahora –ahora mismo, se entiende– harían los fotografiados. Ni a ellos, ni a nadie
Antoni Gutiérrez Díaz El Guti, Alfons Carles Comín y Manuel Vázquez Montalbán tuvieron en común una larga militancia comunista con una rica y compleja diversidad de matices político-culturales. Es decir, fueron diversamente comunistas. Del comunismo de los sueños, no el de las pesadillas. A los tres los conocí y con ellos trabajé políticamente durante años, pero –como es natural— sólo puedo celebrar lo que hicieron en vida, que no fueron pocas cosas. Ni siquiera puedo afirmar qué postura hubieran tomado con relación al actual proceso que existe en Cataluña. Mis intuiciones sobre qué dirían ahora mis viejos amigos no tienen valor alguno.
Sin embargo, una conocida de Antoni Gutiérrez (Muriel Casals), la viuda de Vázquez (Anna Sallés) y el hijo de Alfons (Toni) han aparecido públicamente en los medios apoyando el 9 N catalán (cosa que me parece legítima) con la foto de su allegado, como quien indica que “ellos” apoyarían la jornada y su planteamiento subyacente. Comoquiera que Casals, Sallés y Comín Jr. apoyan la independencia es de cajón que el mensaje que nos trasmiten es que “ellos” también estarían por la labor. Lo que raya en la impostura. No hace falta que diga que el legado personal de Alfons Comín le corresponde a su familia al igual que el de Vázquez le corresponde a la suya; por cierto, ignoro qué legado personal del Guti le puede corresponder a la Casals. Pero a los tres que han exhibido el retrato no les corresponde la gestión intelectual o política de lo que, ahora –ahora mismo, se entiende– harían los fotografiados. Ni a ellos, ni a nadie.
Lo que han hecho es el uso político de la memoria y, por ello, una estafa. Que la han hecho transformando la memoria personal en una caco-utopía. Y es que en la izquierda y, desde ella, también se proyectan groseras manipulaciones. También hay contorsionistas que siguen las huellas de ciertos estetas de antaño. Entre otros, los que borraron a Trotsky de aquella famosa fotografía. Los tres publicistas del 9 – N, es cierto, no borran nada, simplemente añaden algo a quienes ahora, desgraciadamente, no pueden decir ni oxte ni moxte; desgraciadamente porque no están con nosotros. Hay, además, un recurso a un sentimentalismo colado de matute y a separar de forma arbitraria el grano de la cizaña –los nuestros y los otros– más un cuarto de kilo de emoción falsa del «ellos también habrían votado sí» con la lagrimica asomando por el rabillo del ojo. Que me recuerda aquel anuncio del perro abandonado en la carretera: «Jamás te lo habría hecho a ti». De hecho, huelga decirlo, han empleado una estética sin ética como, para otros asuntos de antaño, hubiera dicho otro de los grandes, José María Valverde.
En el movimiento independentista hay gente seria. Por ejemplo, mi amigo Jordi Presas, un sindicalista de raza, intelectualmente honesto. Un hombre de diálogo y de brazos abiertos. No comparto su independentismo, pero en lo demás voy con él a donde sea. Nunca se le hubiera ocurrido dar gato por liebre en nada.