«Fue algo bochornoso, impropio de una sociedad civilizada. Y arriesgado, porque fácilmente se pudo pasar de la intimidación y el acoso a la violencia física. Una sociedad que se comporta de esa forma está en una peligrosa deriva moral. Las personas con responsabilidades políticas dentro de esos grupos tienen que tomar en serio esta deriva.
Por eso me sorprendió la comprensión mostrada por Ernest Maragall cuando al comentar el ambiente vivido ese día en la plaza Sant Jaume vino a decir que no compartía esos insultos pero que si la decisión de Ada Colau hubiese sido favorable a su lista esa situación no se hubiese producido. El juicio moral de una conducta de ese tipo no puede depender de si la decisión de tu rival te beneficia o te perjudica.»
Miedo a pensar (La Vanguardia, 26 de junio de 2019)