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Editorial de la revista satírica francesa dedicada al proceso independentista en Cataluña tras la sesión parlamentaria del 10 de octubre. En su portada, Charlie Hebdo compara a los dirigentes nacionalistas catalanes con independentistas corsos armados (11 de octubre de 2017, traducción de Marcos Delgado)

El referéndum organizado en Cataluña para su independencia hace temblar a Europa. Si todas las regiones europeas que tienen una lengua, una historia y una cultura originales empiezan a reclamar su independencia, el Viejo Continente se fragmentará como el casquete polar bajo los efectos del recalentamiento climático.

Puesto que hay unas doscientas lenguas en Europa, ¿por qué no crear doscientos nuevos países? ¿Y por qué no proclamar tantas declaraciones de independencia como quesos y vinos hay en el continente?

La independencia, sí, pero ¿respecto a qué? Es legítima la independencia cuando uno quiere liberarse de la tiranía o la opresión. ¿De qué destino trágico quieren hoy liberarse hoy los catalanes? En 1977, poco después de morir Franco -éste había prohibido el uso del catalán después de su victoria en 1939-, la Generalitat de Cataluña fue restablecida, y luego la región se dotó de un parlamento y de un gobierno regionales.

Franco ya no está. Pero hoy, cuando Franco ya no está, hay que buscarse otro tirano al que poder derribar. Es el Estado español y, por supuesto, la peor dictadura jamás conocida en el mundo: la Unión Europea con sede en Bruselas.

Detrás de esa palabra esplendorosa, independencia, se ocultan preocupaciones muchas veces menos nobles. Como pasa con la Liga Norte en Italia, siempre la reclaman las regiones más ricas. Cataluña quiere la independencia porque ya no quiere aoltar dinero a las otras regiones españolas menos ricas que ella. Si todas las regiones europeas que tienen una lengua empiezan a reclamar su independencia, el Viejo Continente se fragmentará como el casquete polar.

Es como si oyéramos de nuevo la voz de la innoble Margaret Thatcher: “I want my money back”. La lengua, la cultura, las tradiciones están muy bien para las postales, pero el dinero está mucho mejor. Las regiones pobres de Europa pocas veces se lanzan a la calle para pedir su independencia.

Más allá de estas consideraciones mercantiles, es curioso oír algunas voces de la izquierda reclamar la independencia de una región como Cataluña en nombre de una identidad cultural, que, por cierto, nadie cuestiona. Y además, ¿por qué la identidad cultural reivindicada por los catalanes debería ser tomada en cuenta y no la identidad cristiana defendida por los xenófobos europeos? ¿Por qué las palabras “identidad” o “cultura” suenan bien cuando las pronuncia la izquierda, pero se convierten en infames cuando es la derecha y la extrema derecha las que las pronuncian?

La cercanía a la extrema derecha

La independencia de Cataluña no tiene por objeto liberar a esta región de una tiranía que ya no existe ni permitir la prosperidad de la economía, puesto que ya lo es, y mucho menos obtener el derecho a hablar una lengua autorizada desde hace tiempo. La obsesión identitaria que se expande por Europa como la podredumbre de una fruta afecta a la extrema derecha pero también a la izquierda. El nacionalismo de derechas y el de izquierdas tienen un punto en común: el nacionalismo.

Cuando Cataluña haya roto las cadenas que la atan a la monarquía española y al Santo Imperio Europeo, ¿Qué ocurrirá? Al son de los tambores y las flautas, los gallardos independentistas desfilarán por las calles de Barcelona como si fueran la Columna Durruti, las jovencitas lanzarán pétalos de rosa a los militantes que habrá desafiado con arrojo al Estado policial español, corales infantiles con niños de cabello rizado cantarán a la libertad recobrada y al euro derrotado, las abuelas desdentadas tejerán banderas con los colores de la nueva República, y los bisabuelos desempolvarán la boina que llevaban en el frente en el ’36.

Será muy bello, emotivo, magnífico. Y luego, al final de la tarde, todo el mundo volverá a casa para ponerse delante de la televisión y ver el concurso de turno o el partido del Barça en cuartos de final de la Copa. Cataluña bien se lo merece.

Charlie Hebdo, 11 de octubre de 2017