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Una de las particularidades del independentismo en Catalunya es su indiscutible capacidad para acuñar una terminología propia con la que construir su relato. Hablar del “proceso” soberanista o independentista permite inocular la sensación de algo ya iniciado, en marcha, sin vuelta atrás, es una forma de transmitir que se está transitando por un camino hacia un final anhelado y que para alcanzarlo sólo hay que avanzar un poco más. Pero incluso en un maratón los corredores esperan que la meta llegue en algún momento. Y después de cinco años, la carrera parece no tener fin. De ahí que haya surgido el término “procesismo” para describir un cierto ensimismamiento de Catalunya en un proceso que parece no evolucionar y que puede acabar convertido incluso en un modus vivendi político. «Del ‘procesismo’ al posproceso» (La Vanguardia, 18 de septiembre de 2016)