La CUP ha ganado pero sobre todo la CUP ha perdido. Ha perdido lo más difícil de ganar: la credibilidad democrática de un partido de izquierdas que ha aceptado entregar sus votos por ley, por sistema, por norma y por precepto divino, a la estrategia de Junts pel Sí, sea la que sea. Sólo hay un vencedor: la perpetuación a cualquier precio del poder de Convergència en la Generalitat. «Por precepto divino» (El País, 11 de enero de 2016)