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Abuelita, abuelita, ¿qué es eso de “elecciones plebiscitarias” que dicen que has convocado?

–Verás, Caperucita. Ya sabes que yo quería celebrar un plebiscito, pero el malvado Lobo Feroz me lo prohibió. Entonces yo, que soy muy astuta, he tenido la idea de convocarlo disfrazado de elecciones.

–¿Y qué diferencia hay?

–La diferencia, querida niña, es que un plebiscito te dará el derecho a decidir que el Lobo Feroz te niega.

–¿A decidir sobre los recortes, la sanidad, el aborto, la ecología, la violencia machista, la política de inmigración, la gestión del Govern…?

–No, no, eso hoy no toca. Hoy toca decidir sobre una sola cosa: la independencia. Y cuando seamos independientes (y mande yo), ya decidiremos (si nos queda tiempo, entre pactos, disputas, listas, manifestaciones, declaraciones, abrazos, desmentidos, estilográficas históricas, embajadas…) sobre… ¿Qué es lo que dices que teníamos que decidir? En todo caso, querida niña, no te preocupes, que cuando seamos independientes, lo que haya que decidir lo decidiremos sólo los catalanes.

–¿Con qué criterio? ¿Es que los catalanes, sólo por serlo, compartimos intereses? ¿Los obreros con los empresarios? ¿De qué me suena a mí eso? Sindicato vertical… unidad de destino en lo universal… Pero, en fin, si todos los partidos están de acuerdo en votar sólo sobre la independencia…

–Sí, querida niña. En fin, los hay que pretenden decidir sobre otros temas, pero es que son malos catalanes: charnegos, cosmopolitas. Por suerte, están casi todos en Barcelona y su cinturón industrial. Por eso Yo El Astuto he elegido una fecha en pleno puente de la Mercè. Je, je!

–Pero, abuelita, ahora que lo pienso, un plebiscito tiene reglas distintas a las de las elecciones: se requiere mayoría de votos, y además cualificada; por ejemplo, para cambiar el Estatut serían dos tercios…

–Me subestimas, querida niña. Como Catalunya soy yo, ante mí y por mí he decidido que el 27-S será un plebiscito para lo que me conviene, y para lo que no, serán unas elecciones, en las que basta la mayoría de escaños, aunque no tengamos ni la mitad de los votos. ¿No te dije que soy El Astuto?… Pero no sigamos perdiendo el tiempo en discusiones, querida niña: ven conmigo a la cama, que yo te protegeré del Lobo Feroz.

–Abuelita, abuelita, ¿para qué tienes esa senyera tan grande?

–Para taparme mejoooor…

 

La Vanguardia, 13 de agosto de 2015