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La tentativa republicana enseña así que, cuanto más desigual es una sociedad, cuanto mayor proporción de la misma se encuentra sometida a poderes privados, sin derechos ciudadanos ni relevancia pública, más complicado se hace instituir una democracia social. Por eso, cada regresión en materia laboral o fiscal, cada desregulación practicada en favor del poder económico, cada disposición que propicie su paulatina concentración, nos aleja un paso más, en un trayecto difícilmente reversible, del ideal republicano de la igualdad política. «La Segunda República, 84 años después» (eldiario.es, 14 de abril de 2015)