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Propiciar un diálogo entre exponentes de las izquierdas desde el campo reformista hasta el maximalista, por utilizar términos que, aunque sobados, parecen inteligibles; un diálogo desprejuiciado que, andando el tiempo, rompa los compartimentos estancos entre las diversas familias de las izquierdas españolas y europeas

Un grupo de amistades de toda la vida nos hemos encontrado en Pineda de Marx, una ciudad de la costa próxima a Barcelona: Javier Aristu, Paco Rodríguez de Lecea, Javier Tébar y un servidor de ustedes, que sólo tenemos tras las espaldas nuestras responsabilidades en blogs como En Campo Abierto, Punto y contrapunto, Segle XX: revista catalana d’història y Metiendo bulla.

Dos eran los objetivos de nuestra reunión: primero, analizar si, con el paso de los años, todavía estábamos de buen ver; segundo, si la respuesta nos parecía, después de una valoración severamente crítica, que era de esa manera, ver si podíamos poner en marcha una modesta operación cultural. Comoquiera que acordamos, con un cierto puntillo triunfalista, que todavía estamos en condiciones de decir algunas cosas, nos interrogamos sobre un asunto que podría ir más allá de nuestras fuerzas: propiciar un diálogo entre exponentes de las izquierdas desde el campo reformista hasta el maximalista, por utilizar términos que, aunque sobados,  parecen inteligibles; un diálogo desprejuiciado que, andando el tiempo, rompa los compartimentos estancos entre las diversas familias de las izquierdas españolas y europeas. Entiéndase bien, no se trata de una instancia orgánica de la izquierda, simplemente es un foro de diálogo sin las apreturas de la acción política cotidiana ni –menos todavía— de los encorsetamientos de la posición ideológica. El objetivo, reincidimos en la caracterización, es hablar, dialogar desparpajadamente. La segunda cuestión que se nos ha aparecido es sobre qué hablar. No lo hemos dudado ni un segundo: preferentemente sobre el trabajo –mejor dicho, sobre los trabajos, partiendo de su valoración social.

Esta aventura no la planteamos en clave aldeana. Como mínimo apuntamos a que el diálogo tenga como protagonistas a exponentes de las izquierdas europeas, y como mínimo hemos hecho un elenco de personas a quienes queremos convocar. Vale decir que apuntamos a gentes que conocen el paño.

¿En qué se concretará todo ello? Ya lo iremos viendo sobre la marcha. Lo que sí podemos decir es que ustedes serán los primeros en saberlo cuando acabemos de ensartar las variables que tenemos pendientes.  Lo dicho, vamos a lo nuestro: puentes de diálogo e itinerarios de amistad.

 

Blog Metiendo Bulla, 31 de marzo de 2015