EditorialOpinión

Empezar un año siempre tiene algo de punto y aparte. Al empezar 2024 todos nos sentimos constructores del futuro que nos espera. El federalismo catalán, desde el minuto uno de este nuevo año, trabajaremos por lo que hemos defendido desde el minuto uno de la fundación de Federalistes d’Esquerres: dejar de levantar muros entre países, pueblos y personas y construir puentes para resolver los problemas.

A nivel general, el 2024 nos plantea un panorama de difícil gobierno, en el que destaca el perdón penal de las ilegalidades cometidas durante el proceso independentista. Cataluña, y España en su conjunto, necesitan cerrar una etapa de enfrentamiento y ofrecer puentes para que el independentismo catalán aprenda a circular en libertad por la amplia carretera de la legalidad constitucional. Sin embargo, algunos sectores independentistas demuestran una preocupante incapacidad para aterrizar en la pista de la política real y pensar en el bien de los ciudadanos, en lugar de hacerlo difusamente para el “pueblo catalán” y su territorio. Un poco más allá, si dejamos de mirarnos el ombligo, Europa afronta nuevas elecciones y un futuro inmediato lleno de retos primordiales para su federalización, como es la renovación de los tratados y la futura ampliación.

Este año que comienza, los ciudadanos necesitamos que acabe la competición independentista de quien enarbola la estelada más grande, que cesen los gestos, el verbalismo vacío que excita, no sólo a la derecha y ultraderecha española, sino que genera antipatía y rechazo en sectores ciudadanos favorables al gobierno de coalición. Crear artificiosamente la frontera de nosotros y ellos, para levantar muros de división entre catalanes o españoles, ha ayudado a abrir un camino para la alianza de la derecha y la ultraderecha ultramontana, que impulsa su nueva versión de “ellos” y “nosotros”. Pero Cataluña tiene importantes problemas que resolver, como es la educación o la sanidad. Muchos años perdidos que no se arreglan con multas para que vuelvan las empresas. Al contrario, un país se construye cuando las personas que viven allí se sienten protegidas. Necesitamos una política de los hechos y no de discursos épicos, alejada de hazañas y gestos para la galería.

Estamos convencidos de que los momentos convulsos que vivimos piden más federalismo, porque nuestra democracia no tiene otra dirección para evolucionar que el horizonte federal. El año que sólo empieza puede ser el inicio de un tiempo federal español y europeo: la piedra de toque del futuro que comienza. Ser una pieza importante en el tablero para empezar a reparar las fraternidades maltratadas y transitar por nuevos puentes para apagar la nostalgia de los viejos muros. Quien camina es quien se abre camino… si sabe adónde va.

Al federalismo le toca trabajar todos los días, con la mirada larga. Nos espera un semestre lleno de citas importantes, y una en especial: la organización del I Congreso federal de España, el primero de la historia, para aflorar propuestas de presente y de futuro, necesarias para nuestro país.