El pasado domingo 28 finalizamos una campaña electoral larguísima, cuyo inicio se encuentra, quizás, cuando Pedro Sánchez accedió por primera vez a la presidencia del gobierno mediante una moción de censura a Mariano Rajoy. Y aunque la legislatura disuelta el lunes, al día siguiente de estas elecciones municipales y autonómicas, para convocar a las generales ha sido una legislatura con un gran número de aciertos por parte del gobierno, también se cuenta
algún error de peso que quizás ya está haciendo tambalear la supervivencia del socio minoritario de gobierno. Pero, da igual, la campaña electoral que acabamos de culminar no era el momento para discutir la acción del gobierno español.
La democracia lleva sobre la capacidad de la ciudadanía para controlar el poder y de confrontación entre opciones políticas diferentes. Pero también va de ideas y proyectos, de visión de sociedad. Pero en los últimos meses nada de esto hemos visto. Y aunque las elecciones eran municipales, se han visto impregnadas de una dinámica en la que se han oido cosas tan banales y vacías de contenido como “acabaremos con el sanchismo”, las cuales no
tenían nada que ver con los proyectos municipales. Salvo algunas excepciones, no hemos tenido explicación de programas municipales ni evaluación de políticas realizadas, ni propuestas alternativas. Como consecuencia, el sentido principal de la democracia se ha falseado y los ciudadanos no han votado en clave de gestión municipal, sino de vísceras a nivel de país.
Durante los últimos años hemos vivido situaciones de vértigo que han sido bien resueltas, a pesar de la fragmentación de representación parlamentaria. Véase reforma laboral, ERTES, gestión de la pandemia, la crisis económica, la crisis energética y más de 200 leyes aprobadas por el Congreso. Debido a la fragmentación parlamentaria ya la falta de partidos que actúen como bisagra, la labor del gobierno se ha realizado con la ayuda de todos los grupos parlamentarios minoritarios de la cámara que son los que están a la izquierda, además de los nacionalistas.
Obviamente, nuestro país se encuentra arrastrado por las corrientes en auge a nuestro entorno más inmediato: el populismo y la banalidad; el nacionalismo; el dominio de los personalismos frente a los liderazgos aglutinadores; la confusión entre las creencias o sentimientos y las realidades objetivas; la proliferación de mentiras o medias verdades y todo vale para derrotar al adversario. Todo pone en entredicho los sistemas democráticos y abre la puerta a las autocracias. Sin embargo, sin duda, lo más grave durante este periodo que queda atrás ha sido la falta de sentido de estado por parte de la oposición, a la derecha del arco
parlamentario. Pero ahora no tocaba cargar contra el gobierno y si hablar de las ciudades y gobiernos autonómicos.
Por nuestra parte, somos conscientes de que los logros democráticos como otros logros sociales deben defenderse cada día si no queremos perderlos, por eso nos mantendremos vivos y activos. Por eso también queremos felicitar a nuestros socios y socias que, desde diferentes opciones ideológicas, tienen por delante la difícil tarea de gestionar desde los ayuntamientos, sus ciudades. Tenemos unos cuantos, y nos congratulamos por eso. Es en este nivel administrativo desde el que se trabaja para la convivencia de todos donde se resuelven los problemas más directamente relacionados con la vida de los ciudadanos y les deseamos todo tipo de aciertos en su trabajo cotidiano.
Como federalistas no nos cansaremos de pedir la política de verdad, la que defiende las ideas sin destruir a los adversarios, la que demuestra sentido de estado y promueve el pacto entre las distintas opciones, siguiendo siempre las reglas del juego, de las que nos hemos dotado. La negativa a renovar el CGPJ es un ejemplo de todo lo contrario.
Todos los representantes políticos representan a ciudadanos y tienen derecho a que su voz sea escuchada. Pero eliminar la capacidad de pacto entre las opciones mayoritarias significa no tener más remedio que gobernar tirándose a los brazos de los extremos y sustrayéndose de lasopciones más moderadas. Por tanto, de los pactos que se hacen, también son responsables los que no los hacen.
Por nuestra parte, no nos cansaremos de pedir valentía, serenidad y sentido de estado para resolver algunos problemas de peso. Muchos son problemas globales y deberemos resolverlos dentro de los ámbitos de colaboración internacional. Otros son exclusivamente nuestros y tendremos que resolverlos aquí dentro, entre todos. Ejemplo de primer orden es la necesidad de culminar de forma lógica la descentralización de España, iniciada con la Constitución del 78
con el desarrollo del Estado de las Autonomías. Ahora toca afrontar con decisión la federalización de España. No hablamos de otra cosa que de resolver algunos problemas de una descentralización hecha sin un modelo previo de referencia. No hablamos de otra cosa que aproximarnos a las democracias más avanzadas del mundo. La mayor parte de los expertos están de acuerdo en que éste debe ser nuestro modelo de referencia.
Hay suficiente análisis y propuestas para que se pueda hacer si los partidos mayoritarios demuestran su sentido de Estado. De forma inmediata, nos gustaría verlo como propuesta durante la campaña electoral en los distintos programas de gobierno para una nueva legislatura.
¡Queremos una España Federal dentro de una Europa federal y socialmente justa!