Hace 10 años, en Cataluña, un grupo de personas valientes decidió poner en marcha un movimiento cívico capaz de reunir a ciudadanos partidarios de una unión en libertad con los demás pueblos de España y decididamente contrarios a levantar nuevas fronteras.
Un movimiento cívico europeísta y federalista que tomaba como punto de referencia la gran cantidad de países democráticos federalistas de todo el mundo que hacían compatible la solidaridad y la diversidad.
Era un momento socialmente muy difícil: sufríamos una crisis económica mundial y Artur Mas hizo unos recortes en servicios básicos más draconianos de los que se hicieron en otras partes de España. Fue en aquellos momentos, donde desde el propio gobierno nacionalista de la Generalitat se alentó un movimiento secesionista, dirigiendo las tensiones sociales hacia un enemigo supuestamente externo.
Nos quisieron “vender” que una posible ruptura con España sería un proceso sin costes, ni económicos ni sociales, políticamente amable y lleno de beneficios. Decían que tener estado propio sería «un buen negocio», ignorando el hecho de que la mayor parte de los ciudadanos de Cataluña tienen profundas raíces en otras partes de España; compartimos catalanidad y españolidad en diferentes grados y la economía catalana depende mayoritariamente de la española, la europea y la hispanoamericana.
Por eso, en el momento de la creación de «Federalistes d’Esquerres», sus promotores ya tenían claro que el proceso independentista además de ser un fracaso, provocaría:
- Sentimientos contradictorios en lo que se refiere al sentido de pertinencia y división de la sociedad catalana
- Tendría graves consecuencias por la economía de Catalunya.
- Sometería a la sociedad al enfrentamiento con la legalidad establecida y
- Se pondría en peligro la autonomía de Cataluña
La fractura emocional no tardó mucho en manifiestarse y paralizó a la sociedad catalana para responder a los retos más importantes que tenía ante sí. En el momento álgido del «prusés» se provocó el choque institucional y la ruptura con la legalidad vigente. En octubre de 2017 tuvimos ocasión de comprobar el gran engaño: la tierra prometida, el país de las maravillas que nos había ofrecido el independentismo era una República autocrática, que sobreviviría como un paraíso fiscal, que quizá había que poner unos cuántos fallecidos y que podría ser tutelada por potencias de perfil autoritario y hostiles en la UE. La percepción de inestabilidad y el miedo provocaron la desbandada de miles de empresas y la fuga de los ahorros de muchos ciudadanos hacia otras zonas de España. No menos grave fue la pérdida de confianza del resto de España hacia Cataluña y recíprocamente. El hecho es que en este tiempo, los gobiernos de la Generalitat no sólo no se han dedicado a mejorar la vida de los ciudadanos, también han conseguido que Cataluña haya dejado de ser uno de los motores económicos de Europa y un actor político fiable.
El independentismo no ha pedido perdón ni piensa hacerlo, los grupos promotores se pelean entre sí ya muchos les cuesta aterrizar en la realidad.
.Ante este panorama…..
La asociación desde su inicio fue cobijo para mucha gente, que no queriendo elegir entre sentimientos de pertenencia se había visto abocada al aislamiento y la soledad, a perder amigos y familia.
El federalismo vino para decirnos que esta elección es un artificio generado de forma oportunista por aquellos que desde el gobierno han dañado la convivencia para defender sus propios intereses. Durante estos años duros para quienes se atrevían a discrepar, hemos opinado con firmeza y levantado la bandera del diálogo, el pacto y la fraternidad; hemos reunido a socios y simpatizantes y hemos esparcido nuestros valores por los territorios. Hemos organizado multitud de actos y hemos encontrado amigos federalistas en toda Cataluña, por toda España, en Europa y en el mundo.
Con la incorporación a la Unión de “Europeistas y Federalistas” y el crecimiento de la “Asociación por una España Federal”, Federalistes d’Esquerres se convierte en la asociación de referencia para la totalidad de los Federalistas de Cataluña, en confluencia con otras asociaciones de España que trabajan coordinadamente por los mismos objetivos que nuestra asociación.
En este décimo aniversario de nuestra asociación, si hacemos balance, puede decirse que hemos cubierto con creces las expectativas iniciales. Coincidiendo con las presidencias de Manuel Cruz y Joan Botella, se cubrió una primera etapa de consolidación y una segunda de expansión de la asociación y de las ideas federalistas.
La tercera etapa, iniciada después de las elecciones del 30 de abril de este año deberá ser la de la construcción de sinergias con otras asociaciones y entidades, para formular propuestas que nos ayuden a construir colectivamente nuestro futuro. Tenemos vocación de seguir siendo una plataforma abierta, de debate, de pensamiento, propositiva y con capacidad de influencia para ayudar a impulsar proyectos renovadores de la sociedad.
Ante la lucha por la hegemonía mundial, y las distintas crisis que ya nos afectan, se materializa de forma significativa una disputa ideológica por el futuro. El horizonte federal se revelará mucho más adecuado para orientarnos frente a los enormes desafíos del siglo y los constructores de puentes, los organizadores de la solidaridad, los promotores del diálogo y los pactos serán más necesarios que nunca.
Por eso, los federalistas catalanes trabajaremos para reforzar el debate público sobre temas fundamentales y no escatiremos esfuerzos en la búsqueda de soluciones consensuadas a los problemas que nos afectan. No es el conflicto lo que nos tiene que dar miedo, sino su planteamiento en términos irracionales y por tanto insolubles. Seguimos queriendo una Cataluña en paz consigo misma; una España orgullosa de su riqueza lingüística y cultural, y acogedora de sus distintos sentimientos de arraigo; una Europa federal, socialmente avanzada y abierta al mundo.
Con esta convicción le invitamos a hacer camino juntos.
Mireia Esteva
Presidenta de Federalistes d’Esquerres